El retrete: de inodoro a contaminante.
- M.Lospitao
- 19 may 2015
- 4 Min. de lectura
Cada uno tenemos nuestras constumbres según lo que nos han enseñado, hemos observado de nuestro alrededor y las que hemos desarrollado por nuestra propia personalidad. No me considero ni la más ecológicas, ni más limpia, porque como digo yo, cualquier circunstancia es susceptible de mejorar o empeorarse también. Desde bien pequeñita, cuando iba con mi madre por la calle y me comía un caramelo, bueno, o gusanito, y no había a la vista ninguna papelera, ella me hacía guardarlo en el bolsillo o en la mano, hasta que encontráramos una papelera o, en el peor de los casos, llegásemos a casa.
La primera vez que fui a una exccursión, debía compartir la habitación del hotel con otras niñas. Yo me asusté, os lo prometo, cuando una de mis compañeras tiró al inodoro una compresa. Es decir, compresa, tiras, bolsa,... y ella porque no entraba. Aquello como os he dicho me asustó, porque entonces pensé ¿Y si todas las chicas hiciéramos lo mismo? Han pasado años desde entonces, y una amiga me comentó que le había ocurrido lo mismo, que había visto la misma porquería, y que le gustará que hablara de ello en mi blog.
Se que el tema es algo escatológico pero, por desgracia, hay gente que por sus actos las considero más repelente que hablar de retretes y cía. Así que con mucho tacto voy a definiros ciertos términos para conseguir concienciar a mis lectores de lo que se debe y no echar por el inodoro.
Comenzaré con algo de historia. Según me contaban mis abuelos, cuando ellos eran pequeños no existía ese cuarto tan preciado que ahora existe en nuestros hogares, el cuarto de baño. Para hacer sus necesidades en los corrales existía una zona para este fin. Es lo que realmente se denomina retrete. El inodoro es el aparato colocado en el cuarto de baño y evacuatorios públicos para impedir el paso de los malos olores. Por lo tanto, la función principal por la que se diseño el inodoro además de ser más cómodo era por que impedía que salieran malos olores al exterior y conseguir unas condiciones de salubridad.
Me sorprende que el aparato doméstico que más ha hecho por la salud pública, el ser humano lo haya transformado en la fuente que más contamina al medio ambiente.

Por una parte, es el grifo que más agua consume a diario en los hogares y oficinas. Para reducir este consumo ya existen cisternas con mecanismos de vertido con parada a voluntad del usuario, pero existen algunas modelos de cisternas que no admite cambio de macanismo o que el mecanismo que tiene puede durar aún algún tiempo más. Para las que no admiten cambio de mecanismos deciros que llenando una botella de agua e introduciéndola dentro de la cisterna se engaña a la cisterna subiendo el nivel del agua, sin necesidad de consumir agua. En cisternas que su mecanismo admita regulación, bajar el nivel de carga. Con esto conseguimos ahorrar 2 litros de agua cada vez que se tira de la cadena.
Además de contaminar con el derroche de agua, por otro lado contaminamos desechando por el inodoro papeles, compresas, tampones, pañales desechables, arriesgándonos en un alto porcentaje a que se produzcan atascos, dificultando las tareas de depuración de las aguas. Para ello, sería lo apropiado depositarlas en un cubo de basura en la sección orgánica.
Hay personas que también desechan restos de aceites de cocina, restos de pintura, disolvente, limpiadores u otros componentes químicos, existiendo recogida selectiva de este tipo de residuos en los puntos limpios de nuestra ciudad. Lo aconsejable sería cerrarlos en un bote de material no corrosivo para su entrega. En el caso de restos aceite de cocina que no se pueda almacenar en casa, por el motivo que sea, empaparlo en papel de periódico y desechar en la basura orgánica, y si es cantidad mayor, de igual manera guardarlo en un bote no corrosivo y depositarlo en la basura orgánica, contamirá menos que desecharla por el inodoro.
¿Qué ocurre cuando se desecha todo estos residuos líquidos y sólidos por inodoro (destinado a orines y defecaciones)? Pues supone dos grandes problemas ecológicos y económicos: grandes atascos en las redes de saneamientos (edificio y público) y gran dificultad en la tareas de depurarción del agua.
Un día hablando con el personal que se dedica a los desatascos de las redes de saneamiento, me comentaron que se habían llegado a encontrar sujetadores, y lo que más le sorprendió un pollo entero. Pero el producto estrella para los atascos son las toallitas humedas que no son desechables, que no se deshacen. Como os he dicho, soy de las que si acaso tira por el inodoro el agua sucia del cubo de la fregona, esto no me lo podía imaginar y he buscado información sobre este tema, para comentaros que gran impacto mediambiental y econímico es este gran invento.
Desde que se comercializaron las toallitas húmedas para bebés, se ha extendido a otros usos, que ha ido paralelo al aumento de atascos en edificios, redes de saneamiento y plantas de depuración. Se desecha por el inodoro sin preocuparse qué ocurre con ellas después, teniendo que crearse equipos específicos de técnicos para solucionar estos atascos en la red. Esto se traduce en euros. Por decir cifras, en New York 16.5 millones de euros en los últimos cinco años para solucionar los atascos y depuración de aguas. Las toallitas, en los países que forman la UE, generan entre 500-1000 millones de euro cada año, incluyendo la eliminación de residuos. Estos gastos los asume los ayuntamientos y las empresas de abastecimiento, pero esto se refleja en impuestos y tasas. Osea, que lo pagamos todos.
Indignada por estas cifras, y sobre todo por saber que somos unos destructores de nuestro habitat, os dejo una foto que espero que no hagan reflexionar.

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